SOBRE “EL
HUEVO” DE SHERWOOD ANDERSON
(1876
Camden – 1941 Colón)
28 DE SEPTIEMBRE
DE 2013
Sherwood Anderson para muchos es un
desconocido, debido en parte a que el éxito de William Faulkner lo opacó, también
su estilo, que aunque realista tocó temas escabrosos para la época, como la sexualidad
adolescente, al igual que su determinación de escribir por fuera de lo que él
llamó un “argumento tramposo”, esa escuela de cuentos con finales inesperados,
heredada en parte por Edgar Allan Poe y ratificada por uno de los mejores
cuentistas norteamericanos de la época, el reconocido O. Henry.
En “El Huevo”, Anderson responde a una
inquietud, la industrialización norteamericana evoca una
discusión moral importante, la idea de acumular éxito, riquezas, bienes, configura el ideario Norteamericano, es decir, el sueño americano
reza “se es más feliz en cuanto más riquezas acumules”. En este cuento la zozobra cae sobre
quienes despojados del hálito de poseer resultan invadidos por un aire desmesurado
de prosperar.
Dejando por un momento “El Huevo”; en
el libro “Cuentos Reunidos de Sherwood Anderson, encontramos algunos cuentos
que tienen como eje los caballos “Quiero Saber Por Qué” es uno de los cuentos
más conocidos de Anderson, en el cual un joven que disfruta de las carreras de
caballos, vibra con estar en las caballerizas, siente en su interior la energía
del triunfo, el éxtasis de la carrera, sobreponiéndose a la negativa de sus
padres, haciendo parte del ritual que está detrás de las carreras de caballos.
Sherwood Anderson
Álvaro Mutis irrumpe en la escena, su
muerte nos acompaña, la atmosfera está cargada con la lejanía de su muerte,
pero con la cercanía de sus novelas, su poesía, Maqroll el Gaviero, L'Ultimo Scalo Del Tramp Steamer y aquella novela suya llevada al
cine en 1996 “Ilona llega con la Lluvia”.
O el libro de poemas que nos recuerda Víctor Zuloaga “Caravansary publicado en
1981. Creo que hay que leer a Mutis, como hay que hacerlo con Gabriel García Márquez,
o Santiago Gamboa, Mario Mendoza, Juan Gabriel Vásquez, Germán Espinosa y
tantos otros escritores colombianos, que relegamos al olvido, que han dejado de
ser novedosos, que no figuran en los medios de comunicación.
Pero volviendo a Sherwood
Anderson y conversando sobre su estilo y la crítica que hacía sobre los finales
inesperados, coincidimos en que un buen final es necesario en un cuento o una novela,
un buen final casi siempre es inesperado, ya que si lo dedujéramos con
anticipación, el cuento dejaría de ser interesante. En el cine comercial
actual, hay muchos ejemplos de finales esperados, finales que carecen de
sorpresa, pero que el público añora en su afán de entretenerse.
En “El Huevo” el peso de la historia radica
en el drama de no poder conseguir la prosperidad, el éxito, algo que ironiza Sherwood
todo el tiempo, pero que lleva la historia a un final que pocos imaginamos y
que llena de dramatismo un cuento desasosegado desde el inicio.