viernes, 24 de junio de 2016

SOBRE TOKYO BLUES DE HARUKI MURAKAMI





LA VISIÓN DEL VACÍO, LA DESESPERANZA


Watanabe vive en el Japón de finales de los sesenta; esto es importante porque hace parte de la  generación llamada “hijos de la guerra”, es decir, los nacidos de los sobrevivientes de la segunda guerra mundial.  Aunque no hayan participado de ella, les tocó vivir en el mundo del trauma, algo similar a lo que ocurre en la novela de Art Spielgeman, en donde claramente el trauma pasa de los padres a sus hijos.

Quedó latente después del final de la guerra en el Japón que las bombas nucleares podían causar un horror nunca visto. Los hijos de la guerra enmarcan una visión trágica del mundo. Watanabe es un poco eso, un joven que deambula por la vida con una visión desesperanzada. No perdona que venga de una generación que es capaz de destruirse a sí misma, de asesinar a miles y que no haya esperanza de cambio.

Frente a la revolución juvenil que se gesta en las universidades a nivel mundial, solo se une en una protesta individual cuando ve que aquellos que intentaron revelarse contra instituciones como la familia o la política, volvieron a clase sin haber logrado nada. El pequeño conato de rebeldía fue aplacado por la fuerza, cientos de estudiantes murieron en ese intento por desprenderse de una generación atravesada por la muerte.  Watanabe no sabe porque se siente de esa manera, se ve a sí mismo como un doble, ese que no sabe qué quiere, y ese otro que sufre el no saberlo; uno persigue al otro en una carrera que no termina.





HUIR DE LA VIDA


En esta relación de sin sentido aparece Naoko y Reiko. Personajes que rehúyen la vida. Naoko se recluye en un centro especial para olvidarse del mundo. El mundo le pesa de tal manera que no sabe cómo relacionarse con él o con otras personas. La negativa de Naoko para hablar o tener amigos es una negación, no desea entender el mundo que la reta ¿Está incapacitada para hacerlo? ¿Es una cobarde? ¿O simplemente una enferma mental? La huida está presente en cada uno de los personajes que rodean a Watanabe, algunos se sobreponen, como Midori, a ella la salva su capacidad de ensoñación; mientras su padre se debate entre la vida y la muerte, crea una ficción en donde su papá viajó a Uruguay cumpliendo un sueño. Esta, es tal vez la gran lección de Midori; quien sufre el mundo termina siendo presa de él.


“—Por eso no puedo salir de aquí —añadió—. Me aterra conocer a gente diferente, tener experiencias nuevas.

—Te entiendo muy bien —comenté—. Sin embargo, lograras salir adelante.
Reiko me sonrió, pero no dijo nada.” p.109


Otros personajes que rodean a Watanabe optan por una renuncia sin retorno, y es que el suicidio de tres amigos está diciendo que hay algo mal. La enfermedad la produce el mundo en que viven, intentar escapar es un imposible, la muerte entonces parece una buena alternativa para quien huye del mundo.

 



LA SEXUALIDAD COMO UNA CARGA


Reiko es un muy buen ejemplo de alguien sufre su sexualidad, ya que aunque descubre una atracción irrefrenable por su alumna de piano, se niega a dejarse llevar por el disfrute del cuerpo, le pesa la familia como institución y el riesgo que supone perderlo todo. Sin embargo pese a su negativa pierde eso que teme perder. Esto la obliga a aislarse del mundo conocido. El nivel de conciencia de Reiko no ha evolucionado mucho; de acuerdo a como narra su historia a Watanabe varios años después de haberle sucedido. Podemos pensar que aún después de siete años, sigue sin resolver el asunto que la colocó allí (en la casa de reposo).

De manera similar Naoko sabe que la relación sexual que tuvo con Watanabe no se repetirá nunca más. No ama a Watanabe, sin embargo algo la une a él, no es el sexo, por el contrario, ella demanda una amistad que al parecer Watanabe no puede sostener porque no ha podido olvidar la relación sexual que tuvo con Naoko (se sobrepone el deseo). Así, para ambos el sexo se vuelve una carga, Naoko por estar imposibilitada para tener relaciones sexuales, Watanabe porque aun la desea, aunque sabe que ella no puede tener sexo con él.






LA IMPOSIBILIDAD DE OLVIDAR. EL RECUERDO COMO CONFIGURACIÓN DEL YO.


“El tiempo te ayuda a reflexionar sobre las acciones del pasado.

—Tienes demasiados miedos —dije—. A la oscuridad, a las pesadillas, al poder de los muertos. Lo que tú debes hacer es olvidarte de ellos. Si los olvidas, seguro que te recuperarás.

— ¡Si fuera capaz! —Naoko sacudió la cabeza.”

Watanabe intenta convencer a Naoko de que olvide la muerte de su hermana, de su novio. El trauma es difícil de olvidar, ya que está configurado en la forma de ver el mundo de Naoko. Para Naoko su mundo es el que imagina, el que está impregnado de muerte, desesperanza. No logra ver otro, porque no puede hacerlo.

Reiko es otro personaje que no logra zafarse del recuerdo de la niña de trece años que la sedujo en su casa. Sumado esto a su debilidad para afrontar los momentos de alto estrés, termina recluida por su incapacidad para olvidar, huyéndole a un trauma que la acompaña, del cual no logra escapar.

Así como Watanabe camina solo por los mismos lugares por donde caminaba en silencio junto a Naoko en un ritual del recuerdo; Reiko canta Norwian Wood para recordar a Naoko; en el juego de billar Watanabe recuerda a Kizuki.
Esta novela es una especie de homenaje al recuerdo, de esos que quedan en nosotros y de las personas a quienes recordamos a través de acciones.





LA INTIMIDAD


Exponer el interior a otros, es algo que poco vemos. La razón es simple y llana, nuestras mascaras nos impiden mostrarnos como somos. Sin embargo, para Watanabe resulta supremamente fácil ser un gran escucha. Vemos como la novela está llena de momentos de gran intimidad, sobre todo, propiciada por la honestidad de Watanabe.

Escenas como la de la terraza, donde Midori y Watanabe se dedican a contemplar un incendió e incluso a aventurar su muerte, nos llena de una sensación de alegría, pero también de cercanía. Desde ese momento la relación de ellos cambia, se acerca más a la amistad. Lo mismo ocurre cuando Watanabe  se queda solo con el papá de Midori; logra que coma pepino, precisamente porque su honestidad lo acerca fácilmente a los desconocidos.


La escena en que Reiko, Naoko y Watanabe se encuentran en la residencia psiquiátrica logra acercarlos a los tres al punto que Reiko decide contarle sus traumas a Watanabe, también en un intento de intimar, porque sabe que es la única manera en que él, Naoko y ella van a poder estar juntos, tranquilos. La intimidad en esta novela la podemos ver como el encuentro del yo interior a través de la conversación. Lo que en realidad se gesta entre las páginas de Tokyo Blues, es el recuerdo de la intimidad entre los amigos que han muerto y los que les sobreviven.