domingo, 24 de enero de 2016

SOBRE LA HIJA DEL SEPULTURERO DE JOYCE CAROL OATES

¿Cómo salvarse cuando la vida está en contra nuestra? Un padre que te está lastimando física y psicológicamente debido a la impotencia para salvar a su familia de la miseria, una madre indiferente y dos hermanos llevados al límite, completan la familia de Rebecca Schwart, la hija del sepulturero.




Desde luego, la guerra le cambia la vida a esta familia de judíos, escapar de la muerte nunca es sencillo, más cuando el país al que llegas te maltrata de formas inimaginables. Abandonar el país de origen debido a la guerra ya es difícil, pero ser inmigrante lo es mucho más, sobre todo si a nadie le interesa si vives o mueres.  Sin poder escapar, la rabia, la locura, se apodera de esta familia que no encuentra otra manera para defender su cultura.

“¡Maldición, cómo lo irritaba! Una criatura extraña de piel oscura, aceitunada, como la suya. Aspecto de gitana. Hermosos ojos oscuros y luminosos. Ojos que nada tenían de jóvenes. Anna era la culpable, vagamente Jacob culpaba a Anna por la niña. No es que él no la quisiera, por supuesto. Pero, quién sabe por qué, en una familia a una madre se le culpa a veces, sencillamente por dar a luz.
¿Otro hijo? No lo soporto. No.
En la litera empapada en sangre, en aquel “camarote” sin ventanas de indecible suciedad. Qué fácil habría sido asfixiar a la recién nacida” p. 194
Este pasaje también muestra la impronta con la que nació Rebecca, el hijo no deseado, el que fácilmente pudo haber muerto.

Para la madre de Rebecca la indiferencia fue su camino, se abandona en espera de lo inevitable. Sin embargo, a su padre la locura lo salva. Si le das una escopeta a un loco tienes dos opciones, que le haga daño a alguien o que se haga daño a sí mismo.

La guerra lleva a esta familia a EEUU, donde cualquier trabajo va a ser importante; sepultar muertos les va a permitir sobrevivir en un país extranjero. Pero la discriminación va a pesar tanto que los dos hermanos de Rebecca no resistirán y terminaran delinquiendo, escapando del padre, de la esvástica que los marca.

Lo más increíble es que la hija del sepulturero se sobrepone al maltrato psicológico, a la indiferencia de su madre, a la soledad, a que no tuvo niñez. El azar es tal vez el mejor amigo de Rebecca y sobre todo la muerte de sus padres, porque le va a permitir conocer un mundo que le estaba vedado, ella solo conocía el mundo que sus padres le mostraron, es decir, carecer de todo.

La posibilidad de salir del cementerio, de que una tutora la quiera, que un hombre se enamore de ella, le va a mostrar otra faceta del mundo, incluso le va a devolver la capacidad de soñar, la que había relegado el día que su padre quería quemar el diccionario que había ganado en un concurso de deletreo en la escuela. Aunque es desconfiada, calculadora, también es valiente al enfrentar la adversidad, en eso se diferencia de sus padres.



Joyce Carol Oates


Esta novela está llena de giros inesperados, de situaciones fuertes, tristes, pero sobre todo de esperanza.

Un elemento que pasa un poco desapercibido es la música, ya que el gusto siempre estuvo en Rebecca desde pequeña. La radio que compró su padre cuando era niña le va a permitir entretenerse  escuchando música. Su hijo va a ser un poco la prolongación de ella misma, va incentivar en él un gusto que sus padres le negaron, el piano; esta se convierte en una razón para continuar su vida. En ese camino obras como el Impromptu n °3 de Schubert o Appassionata de Beethoven, crean a un momento de tranquilidad en la vida de Rebecca. Su hijo se convierte en un estudiante de piano apasionado, llevado de la mano del padre adoptivo que también es pianista.









Otro elemento interesante es el manejo del tiempo. Con increíble maestría Joyce Carol Oates introduce la novela con un monólogo que da cuenta de elementos de gran importancia para la historia, cosas como la muerte del padre, el recuerdo de su niñez, pero sobre todo el recuerdo del padre. En el segundo capítulo sabemos que Rebecca está casada y que camino a su casa un hombre le persigue. Este último elemento no va a tener importancia hasta muy desarrollada la novela. Pero al llegar al tercer capítulo Rebecca es una niña que está en un barco junto con su familia rumbo a Estados Unidos. No volveremos a saber de su hijo hasta mucho tiempo después,  porque Joyce Carol antes de continuar esa historia, nos va a contar como es la familia Schwart, desde la visión del padre en la primera parte, pero siempre desde la mirada distante de la niña Rebecca sobre la que recae la historia después de la muerte de sus padres.


                                                                                                                     Joyce Carol Oates


En conclusión, esta es una hermosa novela, hace tiempo no leía algo así. Esta autora queda en mi lista de autoras favoritas, quedo a la espera para leer algo más de ella.