miércoles, 27 de septiembre de 2017

EL HOMBRE Y SUS SÍMBOLOS


SOBRE EL HOMBRE Y SUS SÍMBOLOS CON FERNANDO HOYOS



El sábado pudimos explorar el terreno de los sueños, iluminando apenas un poco el gran sonido de la oscuridad con apenas una débil llama. Una gran sombra nos seguía lenta, mientras, sufrimos la inclemencia de caminar frente a la tormenta, la lluvia, el barro y a veces algo de nieve que nos cegó hasta el punto de querer detenernos, pero la enorme noche terminó cuando abrimos los ojos al sueño.
Nuestro invitado deambuló entre sueños, a veces incomprensibles, pero con una leve claridad en relación con los seres que amamos, se nos aparecen en casi todos los sueños, intentan decir algo, intentan que escuchemos.

Así, Fernando Hoyos (psicólogo) caminó junto con nosotros entre el bosque de Arquetipos que florecen en las palabras de Jung.
Para iniciar, un pequeño sueño de Jung se abre paso entre nosotros sumergiéndonos lentamente en la sombra, el sueño, la pequeña llama.


―Era de noche en algún lugar desconocido. Yo estaba realizando una lenta y penosa caminata con un fortísimo viento que venía de frente. Había mucha niebla alrededor mío. Tenía mis manos protegiendo una débil llama que amenazaba con apagarse en cualquier momento. Todo dependía de que yo mantuviese esa pequeña llama viva. De pronto, tuve la sensación de que algo venía detrás de mí. Volteé y ví una gigantesca figura negra que me seguía. En ese momento estaba consciente, dentro del terror que sentía, que yo debía mantener viva la llama y alejada de los peligros, a pesar de la noche y el viento‖. (Jung, 1962)
Sigue Jung:
―Al despertar me dí cuenta de que esa figura era un espectro del Brocken, mi propia sombra en las tinieblas, que se ponía en evidencia por la pequeña llama que yo portaba. También supe que esa pequeña llama era mi conciencia, la única luz que poseo. Mi propio entendimiento es mi único y gran tesoro. Aunque infinitamente pequeño y frágil en comparación con los poderes de la oscuridad, sigue siendo mi luz, mi única luz. (Jung,1962)


De este sueño podemos pensar muchas cosas, que somos nuestros propios enemigos, nuestros propios protectores. La sombra que seguía a Jung en su sueño no es un enemigo, al contrario, la sombra, su propia sombra existe porque hay luz, esa luz que él mismo proyecta. Este sueño es lenguaje, porque no podemos acceder a los sueños de otra manera, es decir, si lo queremos comunicar. ¿Si no fuera así, entonces cómo? Los sueños son eso que contamos, o acaso inventamos, pero son palabras. Convertimos en palabras las imágenes del sueño, somos arquitectos del lenguaje.


El sueño para Jung, como para muchos de nosotros, también es una forma de revelación. Hacemos consciente el sueño, cuando podemos hablar de él, escribirlo, dibujarlo, permite volver a recordar, e incluso a ver detalles que habíamos pasado por alto. Esto gracias a que Jung trabaja en su propio sueño, es decir, le pregunta cosas. Muchos soñamos cosas interesantes, pero las dejamos en el olvido, caemos en las cosas de la cotidianidad y olvidamos preguntarle a eso que nos habla, preferimos evadirnos, dejarlo de lado y esas cosas vuelven al olimpo. Sin embargo, esas cosas (inconsciente), se revela, se muestra de otras formas cuando necesita mostrarse, darse a conocer, hablarnos. A veces esas formas se convierten en patologías, precisamente por pretender ignorar eso que no sabemos qué es, pero está ahí, evadiendo la luz, oculto.


Así que en este ejercicio Jung se da cuenta en algún momento que aunque sueña, sabe que sueña, su consciente está despierto, atento. Se da cuenta que esa luz existe, tiene un momento de epifanía, descubre que  emana de sí mismo. Eso que le pasa a él, nos pasa a todos todo el tiempo. Cuando nos damos cuenta de una verdad sobre nosotros mismos y la abrazamos, eso es una epifanía (dicen los sicologos), una verdad oculta, que se revela a través del inconsciente en este caso. Pero para abrazar la verdad hay que estar dispuesto, así duela, así no queramos, así esté oculta.


El sueño está para nosotros, para cada soñante, con esto podemos decir que somos el espectador, pero también el director, el productor, todo. El sueño acontece para cada soñante. Por esto el tiempo psíquico es otro. Eso que tenemos la sensación de haberlo soñado hace años, para la psiquis es tal vez un pestañeo. Esa ambigüedad del tiempo compartido, con el del sueño, nos abre una puerta para pensar la relatividad del tiempo, ¿existe el tiempo? Bueno, pero de los temas importantes de Jung en relación con los sueños son los arquetipos y cómo se muestran a través del sueño. También es importante aclarar que la teoría que construye Jung está enmarcada dentro del mundo de las ideas, las teorías. No es una verdad, o la verdad. Esto para invitarlos a acercarse de manera desenfadada a esta y acoger lo que nos interesa, lo que resuene en nosotros a partir de lo que leamos de la fuente primaria “El hombre y sus símbolos”. Los arquetipos entonces nos van a ayudar a entender asuntos que según su teoría se repiten en el inconsciente colectivo, como: Los mitos, las leyendas. Esos asuntos terminan por convertirse en cosas que se repiten y por medio de las cuales podemos adentrarnos lentamente en el inconsciente tanto personal como colectivo, pero nombrandolas, usando el lenguaje.

Esta primera charla nos dejó como siempre muchas preguntas, pero también muchas claridades. Por ejemplo: ese asunto adivinatorio que cubre la idea de la interpretación de los sueños y que estos dos sujetos, Jung y Freud, advierten, no interpretan sueños, más bien, relatos de sueños y en relación con el que cuenta. De nuevo la singularidad, cada uno es único y de allí la idea particular de cada sueño y su relato en relación con la historia de vida. Por tanto, no caben las generalidades a la hora de hablar de un sueño. Los dejo y espero continuar con esta conversación más adelante.