miércoles, 15 de octubre de 2014

SOBRE SERGIO OCAMPO MADRID


SOBRE SERGIO OCAMPO MADRID EN EL CUBO DE LECTURA
(ADOPTA UN AUTOR)




Adoptar un escritor se parece a conseguir una nueva novia, no sabes lo que te va a tocar, qué esconde a la hora de leerla, no la conoces realmente, cómo piensa,  si es graciosa o no, si por el contrario tendrás que robarle las palabras o ella se apoderará de la conversación a tal punto que tus palabras no importen. Todo esto vale la pena, porque sobre todo, tener una nueva novia es una alegría, aunque efímera, alegría al fin y al cabo.

Abrir un nuevo libro ya es una aventura, pero uno de un escritor con el que podrás hablar dentro de un mes o dos, al que podrás decirle lo que te gustó o no, hace que sea otra cosa. La taquicardia  solo cesa cuando el escritor llega y puedes escuchar su voz cuando se despide.

¿Cómo será el escritor que adoptaremos este año?, es una pregunta que lancé al club de lectura “El Cubo de Lectura”. Todos estaban expectantes frente a cosas como: qué nombre tendrá, será hombre o mujer, colombiano o extranjero, qué escribe. Preguntas sobre un desconocido que nos iba a acompañar por los próximos dos meses en nuestras lecturas. Y como cuando conseguimos una nueva novia, nos pusimos nerviosos.


Algunas frases de sus libros “limpieza de oficio” y  “A Larissa no le gustaban los escargots" Fue el primer acercamiento.


“Circunspectos, los payasos resistieron bajo sus pelucas la comezón y el cansancio y se vieron los maquillajes estropeados por las lágrimas de la mañana y los sudores del encierro y la marcha”.


“El calor se le subió a la cabeza y un atolondramiento la inhabilitó por un instante largo, muy largo. Se sentía perdida, despeinada y temblorosa con los codos en la mesa aguardando el paisaje desolador de los platos vacíos.”



Estas frases dieron pie para imaginarlo, para intentar adivinar de quien se trataba, quien era ese que se escondía detrás de las palabras que nombraban payasos y a una mujer a la que no les gustaba los escargots. Este primer ejercicio buscaba que pudieran imaginar al que escribe, ver como sus frases, sus palabras se parecían a él.


“Debe ser una mujer, que no le gusta la comida, además es muy problemática, o mejor aún, es un hombre que es capaz de meterse en la mente de los personajes que escribe”, escribió Ana Lya.

“Viene de un pueblo caluroso y cuando estaba niño le tenía mucho miedo a los payasos; una vez creció se dio cuenta que eran personas tristes y que tanto maquillaje lo que buscaba aparte de generar gracia era esconder la tristeza. Ya nunca más tuvo miedo de ellos, este se transformó en lástima.

Ahora este escritor vive solo, nadie lo espera en la casa, esto le permite tener mucho tiempo para escribir pero al mismo tiempo lo vuelve una persona difícil de relacionarse con los demás....Tantas palabras escritas en sus cuadernos, pero cuando está con gente no le sale ni una, se dedica a mirar como los demás mueven sus labios y a mirar sus caras en detalle y con esto construye nuevos personajes en sus libros.

Este es mi escritor, el de las manos anchas, la mirada triste y el caminar lento.” Cuando Carolina leyó esto, nos dimos cuenta que el escritor que nos visitaría podía inspirar palabras muy bellas.




Todo esto sirvió de antesala para comunicarles que no era mujer, que venía de este país, Colombia. Además que de sus tres libros publicados, solo podríamos leer dos, debido a la dificultad para conseguir los demás.


Esperaba que el día del encuentro  llegara de chaqueta negra y pantalón oscuro, con la seriedad que caracteriza a algunos que se dedican a las letras, por esto me había traído mi blazer negro. Una botella de agua acompañaba una pequeña mesa, al lado, unos libros de los talleres literarios de la biblioteca servirían como obsequio. Sergio llegó vestido con una camisa clara, un pantalón camuflado verde, de esos que usan los soldados y unos tenis, con esto me di cuenta que el protocolo no podría aplicarse este día, que el auditorio se convertiría en algo incómodo. “no hermano, ese auditorio es muy formal, además son muy pocas personas, yo me siento en el piso, corremos esas sillas y la gente alrededor, ¿les proponemos eso?”


¿Frente a su incomodidad que hacer? Al final una decisión salomónica nos salvó de soportar dos horas en el piso sin donde anclar la espalda. Algunas sillas en semicírculo servirían para generar el ambiente de familiaridad y poder conversar sin necesidad de usar micrófono.


¿Cómo iniciar la conversación? Claro, el ejercicio donde todos habían imaginado al escritor a partir de algunos textos suyos, esto daría pie para que Sergio se hiciera una idea de a quien esperaban y quien había llegado. Para iniciar nada mejor que la lectura de Ana Lya y su visión de un escritor femenino atrapado en Sergio, que resultó ser un cumplido, pero además dos preguntas finales que permitieron abrir la conversación. ¿Eres una persona muy melancólica? Nada más extraño para alguien a quien imaginaron a partir de textos tristes, y es que si le hacen la pregunta a Sergio, él no tiene más remedio que intentar responder. Parafraseándolo recuerdo algunas cosas.


Si lo pienso bien, los personajes de mis novelas y cuentos están marcados por una atmosfera de tristeza, mira el cuento “El urapán que comía cometas” es una historia triste, “A Larissa no le gustaban los escargot” también tiene un final triste, además ella está marcada por el desamor, pero tiene que desprenderse de los caracoles que la sacaron de esa vida plana en la que vive, al final del cuento los vuelve a llevar a donde pertenecen, si ven, un final muy triste.


El hombre que murió la víspera también tiene un final triste y este personaje Bruno, está enmarcado dentro de un asunto muy extraño, porque sabe todo sobre la muerte, pero lo interesante es que aunque habite cementerios todo el tiempo, allí encuentra sucesos fantásticos que le muestran que la vida lo puede maravillar con pequeñas cosas, como esa flor que desde hace cien años aparece sobra una tumba en forma ininterrumpida, nadie sabe cómo sucede, pero ya es una leyenda.


Limpieza de oficio tiene a este personaje Pacho que vive solo, porque está dedicado todo el tiempo al periodismo, pero que para vencer esta monotonía decide añadir elementos nuevos  a las escenas de los crímenes, (pequeñas notas, flores, hojas de trébol) donde aparecen los payasos muertos y esto le abre un universo que le permite escribir cosas más interesantes de crónica roja. Es una manera también de combatir la tristeza o aburrimiento en que vive — Una pausa, un poco de tinto para seguir hablando.



Para Sergio Ocampo hablar sobre sus libros es un asunto que sobrepasa el tiempo. ¿Le pregunto, hasta que hora tenemos? No te preocupes, hasta la hora que quieran. Sergio cuenta cada detalle de sus historias, cómo surgen, su misterio.


Carolina quiere saber sobre esos temas comunes que percibe en su libro de cuentos “A Larissa no le gustaban los escargots”, y además quiere saber cómo surgen,  de donde salen esas historias.


Bueno, pues el cuento del “El urapán que comía cometas”, surge de una imagen, un árbol inmenso lleno de cometas que es verdad, pensé que podría escribir algo, imaginé que ese árbol que se come las cometas había estado ahí antes que todas las personas, las casas, los carros  que están hoy alrededor. Pero  Larissa surgió de una historia que me contó un amigo que vive en España, el no hizo lo que Larissa, devolverse a Francia a devolver los caracoles que encontró en la maleta cuando llegó a España, pero si se encariño con ellos. Yo le pedí permiso para tomar su historia y en lugar de él, inventar una señora cincuentona, solitaria que viviera en Europa, porque nosotros aquí en Colombia no hemos llegado a esos niveles de soledad tan grandes, entonces no hubiera sido creíble. “Indigente de siete a cinco” es una historia real, el señor existe. “Un regalo de Epifanía”; este cuento surgió en invierno y quería escribir algo, pero Santa, o el Niño Dios, eran cosas muy obvias, entonces se me ocurrió eso de ¿Qué pasaría si los reyes magos llegaran a España en 2008 o 2010, no recuerdo? Cómo los tratarían, además acababa de pasar lo de las bombas en el metro. Es una historia muy divertida, todos esos datos sobre cuantos eran los reyes magos, si tres, cuatro, o cien, son reales, además en ninguna parte dice que había un rey mago negro.


La conversación transcurre entre anécdotas, risas, datos. ¿Vos sos una persona muy sola?, pregunta Martha, es que en tus libros ese asunto es permanente.

Será que Sergio sucumbe a la pregunta, o por el contrario sus personajes logran hablar por él.




Yo estudié psicología y eso me sirve para poder darle credibilidad a mis personajes, eso de lo personal a muchas personas las atrae y lo relacionan con lo que uno escribe, eso es muy extraño, no encuentro cual es la fascinación con la vida personal. Yo no soy un tipo solitario, todo lo contrario, pero encuentro un placer estético, es decir, para mí es más interesante un final triste que uno alegre, creo que hay más posibilidades para lograr lo que quiero cuando el final es melancólico, los finales felices no me permiten lograr lo que yo quiero — Un poco de agua, una buena respuesta.


Parafraseo lo que expresa Sergio Ocampo, pienso que ese asunto de lo triste debe tener algo que ver con Edgar Allan Poe y la fascinación por la muerte, la tristeza, la obscuridad, pero me abstengo de preguntar, dejo que otros lo hagan.


Michael, le pregunta por la dificultad de conseguir sus libros, ¿otra editorial los podría editar? Por supuesto, eso lo estoy averiguando.


Después de dos horas de conversación aprovechamos para dar algunos regalos, una medalla a la mejor lectora del Cubo de Lectura (Carolina), además la más participativa, un regalo para Sergio, rifas de algunos libros para los asistentes y tiempo para autógrafos y fotos.




Sergio no se quiere ir, se siente acompañado, no está solo, todos queremos escuchar sus historias, es hora de cerrar el auditorio y las preguntas siguen, ya no es necesario moderar, el hielo está roto, las fronteras entre invitado e invitados no se pueden ver cuando las manos cálidas se encuentran, se escuchan risas, un abrazo de agradecimiento y la promesa de un nuevo libro de cuentos que pronto verá la luz, preguntas al aire, algunos miran la cartelera donde está el ciclo de cine de terror, la primera película Sergio la nombra en “Limpieza de Oficio”, es un observador inquieto, lo veo caminar, alejarse, con la vitalidad de un joven de quince años.

domingo, 27 de julio de 2014

SOBRE DESGRACIA DE COETZEE



"Si fuerais ciegos no os habríais enamorado nunca. Sin embargo, ¿de veras  tenéis el deseo  de ver a la amada a la fría  claridad del aparato visual? Tal vez fuera preferible tender un velo sobre la mirada, de modo que la amada siguiera viviendo en su forma arquetípica, como una diosa." p.32



Hace algunos años me encontré con una película que no conocía, me llamó la atención que el protagonista fuera John Malkovich, ese actor que recordaba por aquella película basada en el libro de Steinbeck, de Ratones y Hombres, o El imperio del Sol Naciente de Spielberg, pero lo que más me llamó la atención fue el nombre de Coetzee en los créditos, el premio nobel estaba involucrado.



El imperio del Sol Naciente: https://www.youtube.com/watch?v=H_7_IX7vByc


Coetzee estaba dentro de mi lista de escritores para ser leídos, y una película basada en un libro suyo no iba a ser la excepción.





                                                   http://www.golem.es/desgracia/

Desgracia habla de un hombre en decadencia, aunque brillante, David Lurie fracasó como marido, está imposibilitado para convivir con alguien más de una semana, las prostitutas le ayudan a soportar la congoja, pero David tiene el mal hábito de enamorarse de las mujeres equivocadas. La vejez termina siendo un reducto de la desfachatez, que lo lleva a cometer grandes errores.

"Le sorprende que una hora y media por semana en compañía de una mujer le baste para sentirse feliz, a él, que antes creía necesitar una esposa, un hogar, un matrimonio." p 12

Coetzee, crea un escenario para la angustia y la desesperación, David Lurie el docente sobresaliente es presa de uno los placeres más mundanos, la lujuria, asunto intimo que termina por afectar su vida pública. Cuando David utiliza su poder para someter a una alumna sexualmente, forja sin quererlo un vínculo que lo atropella, lo flagela lentamente, crea una imagen que posee su mente, sus recuerdos, al límite de imponerse frente a su vida.



"Tal vez los jóvenes tengan todo el derecho del mundo a vivir protegidos del espectáculo que dan sus mayores cuando están inmersos en lo espasmos de la pasión. A fin de cuentas para eso están las putas: para hacer de tripas corazón y aguantar los momentos de éxtasis de los que ya no tienen derecho al amor." p 59


Debo confesar que me gustó tanto el libro como la película, cosa que no es común en estos días, Steve Jacobs el director, se rodea de grandes actores con experiencia además en teatro, cosa que ayuda a lograr la intimidad necesaria para conmovernos.


Desgracia es una pequeña novela que puede hacer parte de ese grupo de clásicos contemporáneos, porque una simple historia en Sudáfrica, se convierte en la misma que vivimos a diario en cualquier lugar del mundo.

viernes, 11 de julio de 2014

SOBRE EL ENCUENTRO CON EL ESCRITOR LEONARDO MUÑOZ








"Puedo decir de mí, que soy como una hoja que anda suelta. Que su camino es el que le dibuja la brisa, otras veces se detiene sobre los tejados. Y ahí se queda por horas viendo pasar el vuelo de las aves, contar estrellas. Otros días simplemente hago de Leonardo Jesús, leo los libros que él lee y en otras ocasiones recuerdo y escribo con él, unas líneas que se parecen a mí" 




Cuando nos encontramos con Leonardo Muñoz ¡nos dio un hambre! Pensar en “Dulce de plátano maduro” (Uno de sus cuentos) a las 11:00 a.m. es comerse el postre antes del almuerzo y es que días antes habíamos almorzado aquel cuento ganador del concurso del Ministerio de Educación Nacional en 2011 “Acuérdate del Thaine”, este cuento nos había dejado el paladar inquieto y la saliva crepitante en espera de un “Jugo de mango” u otro de esos cuentos que se aromatiza con clavos, canela, ajo o limón.

O aquel cuento terrible, “Pebre de galápago” que nos recuerda esos hombres que huelen a cobre, el miedo que produce la cercanía con la muerte y la inocencia de dos niños que aún creen que los muertos tienen alas y  pueden volar.



Pebre de galápago

Leonardo Jesús Muñoz Urueta


— Hermana, ¿Qué crees que están haciendo a esta hora Nicolasa y Herminia en el cielo?
— No sé… pero mamá dijo que en el cielo pueden volar.
— ¿Será que no les harán falta sus caparazones?
— En el cielo les dan caparazones nuevos y son del color de la luna, eso dijo mamá.
— Hermana…
— Extraño a Nicolasa y a Herminia.
— Yo también, hermano. El hilo lo cruzas en el punto donde se encuentran los dos palitos de matarratón. Sí…así, pero amárralo un poco más fuerte.
— Esta cruz es para Nicolasa. ¿Te acuerdas la primera vez que la conocimos?
— Sí, fue un domingo de mayo, cuando fuimos al río con papá a pescar.
— Estaba en la orilla, parecía como si se le hubiese olvidado que debía ir a las aguas del río. (...) Seguir Leyendo:


 https://fundarteyciencia.wordpress.com/tag/leonardo-j-munoz-u/

 
Lo que tienen en común los cuentos de Leonardo son esos momentos de rememoración, la nostalgia del ausente, el alma epicúrea que nos ha logrado tocar en los más profundo. Los cuentos de Leonardo nos llevan a eso que él llama “recordar, es pasar por el corazón de nuevo”, no podemos evitarlo, sus cuentos nos conmueven, porque habla de la abuela, la misma que tuvimos todos, de la madre, la hermana, la sobrina, el erotismo, el amor ese  que tiene tantas formas como caras hay en el mundo.

De lo que estamos seguros, es que Leonardo Muñoz es un escritor con el que desearíamos conversar toda la tarde, sin embargo, el tiempo es inclemente, solo nos queda seguir leyéndolo, esperar su nuevo libro de cuentos y recordar los poemas que cuenta de memoria, al igual que los cuentos y su vida.

viernes, 21 de marzo de 2014

SOBRE LAS CENIZAS DE ÁNGELA


 
SOBRE LAS CENIZAS DE ÁNGELA

 
 
 

 

 

"Quiero que vayan a esa taberna y lo saquen de ahí. Quiero que se planten en la mitad de la taberna y le cuenten a todos que su padre se está bebiendo el dinero del bebé. Deben contarle al mundo que en esta casa no hay una miga de comida, ni un trozo de carbón para prender, ni una gota de leche para el tetero del bebé." p.217

 

Frank McCourt nace en New York, pero llega a Irlanda a los tres años y las necesidades y la pobreza extrema van a marcar su vida. Las Cenizas de Ángela va contar un poco de eso, su infancia, la pobreza, la guerra; todo como un pretexto para hablar de la familia y la fuerza de una madre que frente a todo obstáculo no olvida lo más importante para ella, sus hijos.

Las Cenizas de Ángela es una historia cruda sobre la pobreza, pero también sobre los sueños de quienes no se doblegan ante a las dificultades. Nos deja una lección de perseverancia, para quienes en ocasiones desesperan víctimas de sus preocupaciones.

 

Lo curioso de todo esto es que llegué a este libro a través no de una película, si no de una actriz“Emily Watson”, una hermosa actriz inglesa que me enamoro desde que la vi en aquella película “The Boxer”, donde actúa al lado del ganador del Oscar, Daniel Day-Lewis.

Cuando supe que “Emily Watson”, era protagonista en la película “Las Cenizas de Ángela”, no dude en intentar verla en cine, con la sorpresa de que estaba basada en el libro de Frank McCourt y que pude encontrar fácilmente en la Biblioteca Pública Piloto de Medellín.

Hoy pude ver el libro alojado en un estante y recordé como había llorado con esta historia. La impotencia frente al esposo de Ángela, que en mi mente tiene el rostro de Emily. Aún conservo en la memoria algunas escenas, el sabor de los recuerdos añejos. Y el asombro frente al olvido.

 

¡Ajá! sí lo es de Frank McCourt: Es la continuación de Las Cenizas de Ángela. El escritor había pensado escribir la historia en un solo volumen, pero terminó dividiendo la historia en dos tomos. Este último nos permite conocer que sucedió con McCourt cuando llegó a Nueva York.
 







Las cenizas de Ángela (Angela's Ashes) fue llevada al ciney dirigida por Alan Parker; basado en el libro homónimo de Frank McCourt, ganador del Premio Pullitzer. 1999.

 





martes, 25 de febrero de 2014

SOBRE DESPOJOS DE GUERRA


HA JIN
DESPOJOS DE GUERRA
EDITORIAL: TUSQUEST (COLECCIÓN ANDANZAS), 2007
 
 

 
 
Sus palabras me evocaron una horrible imagen de la que no había conseguido librarme, la idea de que la guerra era un enorme horno alimentado por los cuerpos de los soldados”[1] Despojos de guerra. Ha Jin. p. 92

 
Las guerras no deberían existir, sin embargo somos impotentes frente a fuerzas que nos superan. Vemos morir miles, a muchos ya no les importa. Nos acostumbramos a la cercanía de la muerte como a los malos olores, a la idea de que nos aman incondicionalmente sin hacer nada para merecerlo. La vida vista así, se vuelve una caricatura donde todo es permitido. Recordemos a los chiquillos jugando con huesos humanos, porque no hay energía para enterrar a los millones de muertos de una guerra[2] o los niños que deciden comer carbón como la cosa más sabrosa, tanto que los adultos sucumben a su exquisitez[3]. Cómo olvidar el niño que roba comida a los soldados norteamericanos y que vive escondido junto a su hermana en una cueva que será su tumba[4]. Nos sentimos incómodos frente a la historia contenida en “Despojos de Guerra” de Ha Jin, porque un hombre que asesina a otro no puede ser más que un loco.
 
“Pero tampoco el bando de la ONU había escatimado nada en su ofensiva psicológica. Las carreteras por las que pasábamos estabas cubiertas de octavillas lanzadas por los aviones estadounidenses, impresas tanto en chino como en coreano, en las que se nos recomendaba la rendición. En una de ellas podía leerse un antiguo pareado: ¡qué pena dan los esqueletos junto a la orilla, soñando con la novia de maravilla¡ Otra reproducía un grabado en el que la mujer joven miraba hacia el horizonte desde la ladera de una montaña a la espera de que regresara su hombre. Se nos prohibió que cogiéramos las octavillas. Muchos se las guardaron igualmente en los bolsillos para liarse cigarrillos o utilizarlas como papel higiénico, a pesar de que si echabas un vistazo a esas hojas, tanta tristeza que te embargaba el pecho te partía el corazón”. p.26
 
Adentrarse en la guerra de Corea a través de los ojos de Ha Jin, nos obliga a vivenciar como muchos de los soldados chinos mueren olvidados o son obligados a combatir en condiciones deplorables: sin comida, sin ropa adecuada, más aún, cuando regresan a China a pesar de su persistencia en los campos de prisioneros, son abofeteados y se les da la espalda por haber sobrevivido. Para el régimen es inconcebible que sus soldados sean capturados vivos, lo correcto abría sido que se hubieran suicidado o muerto en combate. Sin reticencias  Ha Jin nos muestra una China comunista que trata a sus combatientes como canicas, piezas sustituibles, números sin rostro, que pese a ser fieles a una idea, resultan útiles o no de acuerdo a la estrategia que propugne su nación.
 
“A su lado había un cuenco grade de calabaza y una niña pequeña,  de cuatro o cinco años, a la que habían cortado el pelo recto por encima de las orejas. La niña tenía en las manos un montón de saltamontes ensartados por la boca a una caña. De vez en cuando se separa de su madre para cazar un saltamontes. Por un momento me perdí en los recuerdos de mi infancia, cuando mis amigos y yo íbamos al monte a cazar insectos y luego los freíamos y nos los comíamos. Los que más nos gustaban eran las cigarras  y los saltamontes”. p. 179
 
La guerra exacerba el lado más oscuro del ser humano. Con el trato humillante y despiadado, quedan reducidos a animales o menos que eso. Aunque paradójico, pese a todo, la guerra también expone la humildad de los corazones humanos, lo vemos en la escena en que cinco soldados chinos que llevan varios días sin comer, se resisten a tomar por la fuerza los alimentos de cuatro mujeres coreanas que están solas. Esto muestra indiscutiblemente, que para muchos el gesto de humanidad sobrevive en algunos pese al maltrato, aunque la espera y la firme convicción de ganar la guerra mengüen la dignidad y el valor que le damos a la vida.




[1] JIN, Ha. Despojos de guerra. Barcelona : Tusquest Editores, 2002.
[2] OÉ, Kenzaburo. La presa; traducción del japonés de Yoonah Kin con la colaboración de Joaquín Jordá . Barcelona : Editorial Anagrama, 1994.
[3] YAN, Mo. Rana: Editorial Kailas,
[4] NOSAKA, Akiyuki. La tumba de las luciérnagas. Barcelona : Editorial Acantilado, 1999.