La semana pasada hablamos de
los primeros diez capítulos de este libro, divertido e inteligente.
Capitulo a capitulo vamos
conociendo a Holden, ese joven solitario de diecisiete años. No le importa prácticamente
nada y desea hacerse querer, pero sus intentos son vanos. Las mentiras son una
de su mayor fortaleza, es posible que detrás de ellas se esconda el verdadero
Holden, un joven depresivo que desea tener de nuevo a su hermano Allie, pero
que se decepciona rápidamente.
Después de cinco capítulos nos
enteramos que le gusta mucho leer, escribe muy bien y sin embargo lo han echado
del colegio por perder cuatro materias. Uno de los pasajes más interesantes al
inicio del libro es el diálogo con su profesor de historia. Un profesor que
desea ayudar a un joven que no necesita ayuda. Holden está seguro de su futuro,
tiene claro que no desea estudiar. Sin embargo esa seguridad se quiebra cuando
el profesor se ofrece a leer su último ensayo sobre los egipcios. Leamos un
fragmento de ese encuentro.
“Aquello sí que era
una puñalada trapera, pero me levanté a cogerlo y se lo llevé. No tenía
otro remedio. Luego
volví a sentarme en aquella cama de cemento. ¡Jo! ¡No saben lo arrepentido que
estaba de haber ido a despedirme de él! Manoseaba el examen con verdadero asco,
como si fuera una plasta de vaca o algo así.
—Estudiamos los
egipcios desde el cuatro de noviembre hasta el dos de diciembre —dijo—Fue el
tema que tú elegiste. ¿Quieres oír lo que dice aquí?
—No, señor.”
Este encuentro es muy
interesante porque Holden, gran observador por cierto, todo el tiempo está
describiendo a través de sus ojos a su profesor de historia. Holden no quiere
ser viejo, le da pena su profesor, e incluso un poco de asco, pero sabe que
aunque el viejo tenga razón él no puede retroceder. Desea escapar, salir,
respirar, encontrarse con el mundo; en lugar de leerlo en libros de historia.
Uno de los pasajes más
emotivos lo encontramos en el capítulo cinco, cuando nos enteramos que Holden
conserva consigo un guante de beisbol de su hermano fallecido, al que también
le gustaba leer. Un guante lleno de poemas que es una forma de recuerdo. Pero
también Holden nos cuenta que cuando murió su hermano Allie golpeó con tanta
fuerza las paredes, los cristales, que se fracturó la mano y esa fractura le
duele cuando hace frío, ese frio de muerte que es la impotencia de ver morir a
alguien que amamos.
Es posible que esa
impotencia sea la que lo lleva a pelearse con Stradlater al enterarse de que él
va a salir con Jane, una antigua amiga. Lo que más rabia le da a Holden es que
el no pudo invitarla a salir, no porque no quisiera, sino porque fue incapaz;
de haberlo hecho, toda la noche hubiera sido una mentira y Holden no lo hubiera
soportado. Él sabe eso y la rabia lo llena todo, desea acabar con el mundo,
pero es demasiado insignificante para el mundo.
Ya por el capítulo diez nos
enteramos de que también aprecia el buen cine. Además de leer, es un cinéfilo.
¿Qué desea realmente Holden?
¿A dónde quiere llegar? ¿Por qué miente todo el tiempo? Esperemos resolver
estas preguntas en los capítulos siguientes.