LA VISIÓN DEL VACÍO,
LA DESESPERANZA
Watanabe vive en el
Japón de finales de los sesenta; esto es importante porque hace parte de la generación llamada “hijos de la guerra”, es
decir, los nacidos de los sobrevivientes de la segunda guerra mundial. Aunque no hayan participado de ella, les tocó
vivir en el mundo del trauma, algo similar a lo que ocurre en la novela de Art
Spielgeman, en donde claramente el trauma pasa de los padres a sus hijos.
Quedó latente después
del final de la guerra en el Japón que las bombas nucleares podían causar un
horror nunca visto. Los hijos de la guerra enmarcan una visión trágica del
mundo. Watanabe es un poco eso, un joven que deambula por la vida con una
visión desesperanzada. No perdona que venga de una generación que es capaz de
destruirse a sí misma, de asesinar a miles y que no haya esperanza de cambio.
Frente a la
revolución juvenil que se gesta en las universidades a nivel mundial, solo se
une en una protesta individual cuando ve que aquellos que intentaron revelarse
contra instituciones como la familia o la política, volvieron a clase sin haber
logrado nada. El pequeño conato de rebeldía fue aplacado por la fuerza, cientos
de estudiantes murieron en ese intento por desprenderse de una generación
atravesada por la muerte. Watanabe no
sabe porque se siente de esa manera, se ve a sí mismo como un doble, ese que no
sabe qué quiere, y ese otro que sufre el no saberlo; uno persigue al otro en
una carrera que no termina.
HUIR DE LA VIDA
En esta relación de
sin sentido aparece Naoko y Reiko. Personajes que rehúyen la vida. Naoko se
recluye en un centro especial para olvidarse del mundo. El mundo le pesa de tal
manera que no sabe cómo relacionarse con él o con otras personas. La negativa
de Naoko para hablar o tener amigos es una negación, no desea entender el mundo
que la reta ¿Está incapacitada para hacerlo? ¿Es una cobarde? ¿O simplemente
una enferma mental? La huida está presente en cada uno de los personajes que
rodean a Watanabe, algunos se sobreponen, como Midori, a ella la salva su
capacidad de ensoñación; mientras su padre se debate entre la vida y la muerte,
crea una ficción en donde su papá viajó a Uruguay cumpliendo un sueño. Esta, es
tal vez la gran lección de Midori; quien sufre el mundo termina siendo presa de
él.
“—Por eso no puedo salir de aquí
—añadió—. Me aterra conocer a gente diferente, tener experiencias nuevas.
—Te entiendo muy bien —comenté—. Sin
embargo, lograras salir adelante.
Reiko
me sonrió, pero no dijo nada.” p.109
Otros personajes que
rodean a Watanabe optan por una renuncia sin retorno, y es que el suicidio de
tres amigos está diciendo que hay algo mal. La enfermedad la produce el mundo
en que viven, intentar escapar es un imposible, la muerte entonces parece una
buena alternativa para quien huye del mundo.
LA SEXUALIDAD COMO
UNA CARGA
Reiko es un muy buen
ejemplo de alguien sufre su sexualidad, ya que aunque descubre una atracción
irrefrenable por su alumna de piano, se niega a dejarse llevar por el disfrute
del cuerpo, le pesa la familia como institución y el riesgo que supone perderlo
todo. Sin embargo pese a su negativa pierde eso que teme perder. Esto la obliga
a aislarse del mundo conocido. El nivel de conciencia de Reiko no ha
evolucionado mucho; de acuerdo a como narra su historia a Watanabe varios años después
de haberle sucedido. Podemos pensar que aún después de siete años, sigue sin
resolver el asunto que la colocó allí (en la casa de reposo).
De manera similar
Naoko sabe que la relación sexual que tuvo con Watanabe no se repetirá nunca
más. No ama a Watanabe, sin embargo algo la une a él, no es el sexo, por el
contrario, ella demanda una amistad que al parecer Watanabe no puede sostener
porque no ha podido olvidar la relación sexual que tuvo con Naoko (se sobrepone
el deseo). Así, para ambos el sexo se vuelve una carga, Naoko por estar
imposibilitada para tener relaciones sexuales, Watanabe porque aun la desea,
aunque sabe que ella no puede tener sexo con él.
LA IMPOSIBILIDAD DE
OLVIDAR. EL RECUERDO COMO CONFIGURACIÓN DEL YO.
“El
tiempo te ayuda a reflexionar sobre las acciones del pasado.
—Tienes demasiados miedos —dije—. A la
oscuridad, a las pesadillas, al poder de los muertos. Lo que tú debes hacer es
olvidarte de ellos. Si los olvidas, seguro que te recuperarás.
—
¡Si fuera capaz! —Naoko sacudió la cabeza.”
Watanabe intenta convencer a Naoko de
que olvide la muerte de su hermana, de su novio. El trauma es difícil de
olvidar, ya que está configurado en la forma de ver el mundo de Naoko. Para
Naoko su mundo es el que imagina, el que está impregnado de muerte,
desesperanza. No logra ver otro, porque no puede hacerlo.
Reiko es otro personaje que no logra
zafarse del recuerdo de la niña de trece años que la sedujo en su casa. Sumado
esto a su debilidad para afrontar los momentos de alto estrés, termina recluida
por su incapacidad para olvidar, huyéndole a un trauma que la acompaña, del
cual no logra escapar.
Así como Watanabe camina solo por los
mismos lugares por donde caminaba en silencio junto a Naoko en un ritual del
recuerdo; Reiko canta Norwian Wood para recordar a Naoko; en el juego de billar
Watanabe recuerda a Kizuki.
Esta novela es una especie de homenaje
al recuerdo, de esos que quedan en nosotros y de las personas a quienes
recordamos a través de acciones.
LA INTIMIDAD
Exponer el interior a
otros, es algo que poco vemos. La razón es simple y llana, nuestras mascaras
nos impiden mostrarnos como somos. Sin embargo, para Watanabe resulta
supremamente fácil ser un gran escucha. Vemos como la novela está llena de
momentos de gran intimidad, sobre todo, propiciada por la honestidad de
Watanabe.
Escenas como la de la
terraza, donde Midori y Watanabe se dedican a contemplar un incendió e incluso
a aventurar su muerte, nos llena de una sensación de alegría, pero también de
cercanía. Desde ese momento la relación de ellos cambia, se acerca más a la
amistad. Lo mismo ocurre cuando Watanabe
se queda solo con el papá de Midori; logra que coma pepino, precisamente
porque su honestidad lo acerca fácilmente a los desconocidos.
La escena en que
Reiko, Naoko y Watanabe se encuentran en la residencia psiquiátrica logra
acercarlos a los tres al punto que Reiko decide contarle sus traumas a Watanabe,
también en un intento de intimar, porque sabe que es la única manera en que él,
Naoko y ella van a poder estar juntos, tranquilos. La intimidad en esta novela
la podemos ver como el encuentro del yo interior a través de la conversación.
Lo que en realidad se gesta entre las páginas de Tokyo Blues, es el recuerdo de
la intimidad entre los amigos que han muerto y los que les sobreviven.
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