sábado, 26 de marzo de 2016

SOBRE EL INICIO DE: EL MARINO QUE PERDIÓ LA GRACIA DEL MAR DE MISHIMA


VERANO (Hasta el capítulo cinco)

Leer a Mishima es pasearse sobre papel de arroz, tan bello y delicado. Podemos romper todo con una caricia y naufragar con cientos de imágenes poéticas que acompañan la prosa de Mishima. Cuando partimos sin dejar a nadie en el muelle, sabemos que solo regresaremos después de leer la última página de: El marino que perdió la gracia del mar.

El título ya nos sugiere una decepción. ¿Qué puede decepcionarnos tanto? a mi parecer el marino se cansó de ver la vida fluir en entre olas y quietud, sin oportunidad para incidir en eso que contempla. Si nos cansamos de la vida, no queda otra opción que esperar la muerte o cambiar, aunque la vida se nos vaya en el intento. Es posible que el marino acepte los cambios que le propone la vida, arriesgando su pasado, el mar.

Tal vez Fusako sea para Ryuji el motivo por el cual el mar deja de ser una totalidad, Fusako lo ata de alguna manera a eso que él no extraña (la tierra), para entrar en tensión, porque el momento de volver al mar está cerca . El encuentro entre los dos denota una pasión intensa que puede confundir su visión de la realidad.

EL EROTISMO, TÁNATOS

El erotismo en la novela es algo que estamos desacostumbrados a leer, ya hoy día el tiempo para la contemplación es poco, pero Mishima va más allá del tiempo.

"Tsukazaki se desabrochó lentamente la camisa, luego se desprendió con
soltura de la ropa. De edad aproximada a la de la mujer, su cuerpo parecía más joven y sólido que el de cualquier hombre de tierra: acaso había sido moldeado por el mar. Sus hombros eran anchos y cuadrados como las vigas de la bóveda de un templo; el pecho tenso aparecía cubierto por un vello espeso y rizado; los músculos, nudosos como henequén trenzado, sembraban de relieves todo el cuerpo: parecía que su carne fuera una armadura de la que podía desprenderse a voluntad. Y entonces, fascinado, Noboru pudo ver cómo, rasgando la espesa mata de vello que crecía bajo el vientre, se erguía triunfalmente erecta la bruñida torre del templo." p. 17

El eros y el tánatos se unen en esta novela de una manera muy sutil, como el amante que en el momento del éxtasis oprime el cuello a su amada, dejándole solo un pequeño espacio para respirar. Claudio alude a este ejemplo a manera de breve explicación, para mostrar como la muerte del gato en manos de Naburo no es algo grotesco, por el contrario, la descripción del cuerpo sin piel del gato tiene cierta belleza en una novela rodeada de la reflexión todo el tiempo.




“Cogiendo al gato por el cuello, el jefe le hizo una incisión en la piel del pecho
con la punta de la hoja y cortó suavemente hasta la garganta. Luego, con ambas
manos, estiró la piel hacia los lados: la capa de grasa aparecía debajo como una
tierna cebolla recién pelada. El cuello desollado, que yacía airosamente en el suelo,
parecía llevar una máscara de gato. El gato era solamente lo exterior; la vida se
había hecho pasar por un gato”. p. 51
 La muerte en oriente es algo bello, mientras en occidente la sola idea nos produce miedo. Ese miedo es el que impide contemplarla, conocerla, acercarse a ella en la inevitabilidad de la vida, aceptarla tranquilamente, así como aceptamos la idea de vivir. Naburo, hace parte de un clan que tiene una filosofía de la vida muy distinta de como la tiene todo mundo, por ello la muerte para él aparece como una revelación. La vida es frágil, pero la muerte es algo bello.
 Hasta ahora no sabemos cómo se cruzaran estas vidas, pero deducimos que tal vez las razones por las cuales el marino perdió la gracia al mar, están en su relación con Fusako y tal vez con Naburo, porque él se está preparando para algo que aún ignoramos. Sigamos leyendo para descubrir el mar que se esconde entre los parpados del gato. 

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