VERANO
(Hasta el capítulo cinco)
Leer a Mishima es pasearse
sobre papel de arroz, tan bello y delicado. Podemos romper todo con una caricia
y naufragar con cientos de imágenes poéticas que acompañan la prosa de Mishima.
Cuando partimos sin dejar a nadie en el muelle, sabemos que solo regresaremos
después de leer la última página de: El
marino que perdió la gracia del mar.
El título ya nos sugiere una
decepción. ¿Qué puede decepcionarnos tanto? a mi parecer el marino se cansó de
ver la vida fluir en entre olas y quietud, sin oportunidad para incidir en eso
que contempla. Si nos cansamos de la vida, no queda otra opción que esperar la
muerte o cambiar, aunque la vida se nos vaya en el intento. Es posible que el
marino acepte los cambios que le propone la vida, arriesgando su pasado, el
mar.
Tal vez Fusako sea para
Ryuji el motivo por el cual el mar deja de ser una totalidad, Fusako lo ata de
alguna manera a eso que él no extraña (la tierra), para entrar en tensión, porque
el momento de volver al mar está cerca . El encuentro entre los dos denota una
pasión intensa que puede confundir su visión de la realidad.
EL
EROTISMO, TÁNATOS
El erotismo en la novela es
algo que estamos desacostumbrados a leer, ya hoy día el tiempo para la
contemplación es poco, pero Mishima va más allá del tiempo.
"Tsukazaki se desabrochó lentamente la camisa, luego
se desprendió con
soltura de la ropa. De edad aproximada a la de la mujer, su cuerpo parecía más joven y sólido que el de cualquier hombre de tierra: acaso había sido moldeado por el mar. Sus hombros eran anchos y cuadrados como las vigas de la bóveda de un templo; el pecho tenso aparecía cubierto por un vello espeso y rizado; los músculos, nudosos como henequén trenzado, sembraban de relieves todo el cuerpo: parecía que su carne fuera una armadura de la que podía desprenderse a voluntad. Y entonces, fascinado, Noboru pudo ver cómo, rasgando la espesa mata de vello que crecía bajo el vientre, se erguía triunfalmente erecta la bruñida torre del templo." p. 17
soltura de la ropa. De edad aproximada a la de la mujer, su cuerpo parecía más joven y sólido que el de cualquier hombre de tierra: acaso había sido moldeado por el mar. Sus hombros eran anchos y cuadrados como las vigas de la bóveda de un templo; el pecho tenso aparecía cubierto por un vello espeso y rizado; los músculos, nudosos como henequén trenzado, sembraban de relieves todo el cuerpo: parecía que su carne fuera una armadura de la que podía desprenderse a voluntad. Y entonces, fascinado, Noboru pudo ver cómo, rasgando la espesa mata de vello que crecía bajo el vientre, se erguía triunfalmente erecta la bruñida torre del templo." p. 17
El eros y el tánatos se unen en esta
novela de una manera muy sutil, como el amante que en el momento del éxtasis
oprime el cuello a su amada, dejándole solo un pequeño espacio para respirar.
Claudio alude a este ejemplo a manera de breve explicación, para mostrar como
la muerte del gato en manos de Naburo no es algo grotesco, por el contrario, la
descripción del cuerpo sin piel del gato tiene cierta belleza en una novela
rodeada de la reflexión todo el tiempo.
con la punta de la hoja y
cortó suavemente hasta la garganta. Luego, con ambas
manos, estiró la piel
hacia los lados: la capa de grasa aparecía debajo como una
tierna cebolla recién
pelada. El cuello desollado, que yacía airosamente en el suelo,
parecía llevar una máscara
de gato. El gato era solamente lo exterior; la vida se
había hecho pasar por un gato”. p. 51
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